Si alguien habla sobre automovilismo en Argentina, la mayoría de la gente recordara la locura de los Di Palma o las hazañas de Traverso, Mouras u Ortelli, entre otros grandes. Todos tienen recuerdos de las categorías mas importantes y "marketineras"; pero existe un mundo paralelo al de las grandes carreras televisadas a autodromo lleno: el automovilismo zonal.En este mundo, los pilotos pasean por la calle de boxes sin ser acosados por cientos de fanáticos, comparten una charla y algún que otro mate con los que luego serán sus rivales en la pista y hasta se ayudan entre ellos con un repuesto o una reparación de ultimo momento. Aunque observan con cierta tristeza el vació de las tribunas, agradecen la presencia de aquellos que aprovechan la económica entrada para alimentar su pasión por ver pasar autos a fondo por la recta principal, sin importar la categoría.
Mientras los pilotos de TC o STC2000 viven del automovilismo, los zonales tienen otros trabajos y ajustan los presupuestos familiares para poder correr, por amor a la velocidad, con pasión, sin beneficios económicos. En el mundo de los zonales, no hay promotoras, pero si mujeres, hermanas o hijas que, por un fin de semana, le ponen color familiar a tanto ruido. En los boxes, conviven las herramientas de precisión con el martillo y la cinta de papel para "recuperar los autos dañados".
A la hora de ponerse el buzo, los guantes, el casco, subir al auto y ubicarse en la grilla, se terminan las amistades previas. Los pilotos esperan la luz verde para pisar a fondo en busca de la victoria, el buen espectáculo y, porque no, sentirse por un ratito un Di Palma o un Mouras, sus grandes ídolos, inspiradores y transmisores de esta hermosa pasión que es el automovilismo.
Después de la bandera a cuadros, como en cualquier carrera de autos, algunos festejara y otros no tanto, aunque todos se vayan del autodromo con la cabeza puesta en mejorar el "autito" para la próxima carrera, porque el Lunes hay que ir a trabajar.
