
El autódromo está a merced de la ineficacia de sus concesionarios y la desidia del Gobierno de la Ciudad, que hace unos meses amagó con cercenar una parte del Gálvez para instalar una plante procesadora de basura urbana.
Todos lo sabían y nadie decía nada, podría ser el título de esta nueva nota, que seguramente será, apenas, otra gota, aunque el vaso ya rebalsó, el domingo.
"Tarde o temprano tenía que pasar, se veía venir esto que pasó", decía Emiliano Spataro evaluando los entretelones extradeportivos que rodearon los "166 kilómetros de STC2000". "El concesionario debe ocuparse no sólo de los circuitos, boxes, de las carreras, también de la escuela que hay en el lugar, de la parquización sobre la Avenida Roca, etcétera, que son responsabilidades públicas y no lo hicieron" decía el "Emi", concluyendo que "hay que determinar quién o quiénes fueron los responsables de lo que pasó y que fue una falta de respeto al público que debió esperar en la calle 3 ó 4 horas". La opinión de Spataro y la de Marcos Di Palma, "muchachos... todos somos responsables", fueron de las más acertadas que se escucharon entre un mar de expresiones circunstanciales, tribuneras y malintencionadas, como las del periodista Eduardo Ruíz que entre una maraña de elucubraciones, a eso de las nueve de la mañana tiró al aire que detrás de la clausura había un grupo de fiscales "cercanos al kirchnerismo".
Vale destacar la breve semblanza trazada por los amigos de Argentina Autoblog.com.ar, donde explican que "desde hacía tres semanas, el Autódromo de Buenos Aires se encontraba clausurado por el Gobierno de la ciudad, pero los titulares de la concesión, Carlos Soriano y Gustavo Ronchetti, no se lo habían informado al organizador de la competencia, Pablo Peón.
Ante la realización de una competencia que estaba violando la clausura, el jefe de los inspectores porteños, Juan José Gómez Centurión, pidió la intervención de la fiscal Celsa Ramírez. Las instalaciones fueron clausuradas el sábado por la tarde y ahí comenzó un bochorno aún mayor, entre concesionarios y organizadores.
Los responsables de la explotación del circuito no se presentaron en el lugar durante todo el fin de semana y Pablo Peón ocultó la clausura al público durante la tarde y noche del sábado".
El autódromo se clausuró el sábado 19 porque ya la actividad de ese día, y la del viernes, se habían desarrollado sin autorización del Gobierno de la Ciudad, que señalaba, a través del responsable de su organismo de habilitaciones, "problemas con la tribuna 4, un paredón que hay que hacer apuntalamiento por peligro para los concurrentes, instalaciones eléctricas irregulares, problemas en el alambre perimetral, instalaciones eléctricas sin tapas, nichos hidrantes inutilizados, sin mangueras ni lanzas para lanzar agua en caso de incendio, condiciones estructurales que hay que mejorar sí o sí". Todo eso, y más, es hoy el autódromo. En el listado también figuraban "luces de emergencia en las escaleras de las gradas", requerimiento al que apelaron anoche, en Sigue Girando, Leo Regueira y el "Pollo" Álvarez para relativizar la gravedad de la situación. Leo, "Pollo", las luces de emergencia tal vez suenen risueñas en el mar de despropósitos que hoy es el autódromo, pero el resto no. Ni siquiera es risueño ver a los niños chapalear orina en el baño detrás del palco oficial, con sus letrinas totalmente desbordadas a las once y media de la mañana del domingo.
El periodista Alejo Iriart pinta claramente la situación en su nota publicada en el diario deportivo Olé (página 32 del lunes 21 de julio), diciendo que "De antemano se sabía: el estado del autódromo que albergó 20 ediciones del Gran Premio de Fórmula 1 es calamitoso. Ya no sólo en cuanto a los diferentes circuitos (asfalto en ruinas, leca transformada en tierra entre otras cosas), sino también en la edificación de boxes, tribunas y zonas Vip. El mismo Peón -Pablo, presidente del TC2000- lo había advertido. "Lamentablemente queremos hacer una fiesta y el Gálvez no está en condiciones. Hasta debemos encomendarnos a Dios para que no llueva porque se inunda la pista y entra el agua en los Vips, había dicho el dirigente".
Así, los "166 kilómetros de STC2000" que estuvieron a punto de cancelarse, se concretaron porque la dirigencia del TC2000 habría canjeado sus dudas por una rebaja en el canon exigido por los concesionarios del autódromo.
Párrafo final para todos aquellos que despreocupadamente elogiaron la actitud de la multitud que, entrada libre y gratuita en mano, tiró un alambrado y forzó la apertura de las puertas del autódromo tras varias horas de espera e incertidumbre. Una vez más, Dios fue tuerca. Si hubiera pasado algo, algo que involucrara alguna de las inseguridades que fundamentaron la clausura que no fue, ¿de qué estaríamos hablando hoy?.
Medios consultados: Olé Deportivo; d deportiva (La Nación); El Gráfico (Tiempo Argentino); súperdeportivo (Diario Popular), todos del lunes 21 de julio. Foto: Autoblog.com.ar