miércoles, 18 de diciembre de 2013

Hace cincuenta y seis años, la Limitada 27 cerraba el año corriendo en Llavallol alrededor del cementerio de los ingleses.

Rubén Roux y “La Negrita”,
campeón 1957 de la Limitada 27.
Ganó la primera serie en Santa Catalina,
aunque abandonó la final.
Hace más de cincuenta años, con la Argentina latiendo al compás de un Juan Manuel Fangio que dominaba la Fórmula Uno, Lomas de Zamora fue escenario de citas automovilísticas de primer nivel.

La Limitada 27 Fomento Automovilista era una de las categorías de monopostos más reconocidas del país y en ella competían varios pilotos del sur del Gran Buenos Aires. Eso, y la iniciativa del Lomas Automóvil Club que presidía Francisco Toquero, definió la realización de dos carreras, en 1956, el 23 de diciembre, y 1957, el 15 de diciembre, hace cincuenta y seis años y dos días. De esta competencia, el “Premio Lomas Automóvil Club”, que puso en juego el “Trofeo Protto Hermanos”, hablaremos hoy.
Por entonces, proliferaban los circuitos callejeros, y Lomas no fue la excepción. En Llavallol, alrededor del “Cementerio de los Ingleses”, se diagramó el Circuito de Santa Catalina, un trazado mixto de 1470 metros, con cuatro curvas de noventa grados que unían las calles Garibaldi, Luzuriaga, Húsares y  Santa Catalina, asfaltado en el tramo Garibaldi-Luzuriaga. Aquellos autos completaban la vuelta en alrededor de un minuto con ocho segundos, promediando casi ochenta kilómetros por hora.
Según las crónicas periodísticas de entonces, los organizadores aplicaron la experiencia del año anterior. Motoniveladoras municipales acondicionaron el tramo de tierra del circuito, los hospitales Gandulfo y Meléndez, de Adrogué, y los Bomberos Voluntarios de Lomas colaboraron con las ambulancias y varias firmas de la zona aportaron los 8800 pesos en premios que otorgó la competencia. El primero se llevó 3500, el segundo 1500 y el tercero 600.
La carrera, ajustada al Reglamento y Código Deportivo Internacional de la FIA y el Código Deportivo Interamericano de FIAC, se diagramó sobre dos series a 10 vueltas, un repechaje a 5 y una final a 25 giros, recorriendo una distancia total de 36,750 kilómetros.
Corriendo como en el patio de su casa, el montengrandense Rubén Roux, uno de los pilotos argentinos más respetados, ganó la primera serie, mientras que Elpidio Tortone se impuso en la segunda. Roux, con aquel Chevrolet denominado “La Negrita”, fue el campeón ese año, aunque abandonó la final, mientras que Tortone, campeón saliente, ganó seguido por Alfredo Narvaja y “Nery” González, a una y dos vueltas, respectivamente. Cuarto fue el banfileño Orlando “Toto” Sotro, uno de los emblemáticos monopostistas de nuestro automovilismo. El ganador empleó 28m31s para completar el recorrido y los premios se entregaron doce días más tarde en la sede del Lomas Automóvil Club, en 25 de mayo 20, Temperley.

Texto: Luis Mazzocchi