-¿Cómo es el método de trabajo?
-El curso completo completo
consiste de 10 clases. Las primeras cinco las hacemos con kartings de motor
cuatro tiempos, para que empiecen a adaptarse a las sensaciones y conozcan la
pista. La idea es llevarlos de menor a mayor. Hacemos circuitos en varias
direcciones para que se encuentren con cosas nuevas y vayan encontrando los
radios de giro. En las últimas sesiones utilizamos motores de dos tiempos, que
ya son de competición, tienen mucha más potencia y son los que usarán en el
futuro.
-¿Cuáles
son los consejos que más les das a los chicos?
-El primer consejo es que
vengan si les gusta, no porque los papás los obliguen, ya que si a ellos no les
agrada, no lo van a hacer bien. Segundo es que si realmente les interesa aprender
a correr, que lo hagan con seriedad y responsabilidad. También trato de
hacerles comprender que todo lo que se relacione con el deporte está bien. Me
gusta que tengan la cabeza puesta en algo sano, cualquiera sea la disciplina.
Por último priorizamos mucho el colegio. Cuando un chico no va bien en los
estudios preferimos que dejen de traerlos.
-¿Te
involucras en la relación con tus alumnos?
-Completamente. No me gusta
ser un director de escuela de escritorio. Me encanta estar en contacto con los
chicos en la pista, enseñarles y ayudarlos a corregir cuando les cuesta algo.
También hablo mucho con ellos en la semana por si quedan dudas de las clases.
-¿Es
difícil tratar con los chicos en el paso de la niñez a la adolescencia?
-No, en absoluto. La verdad
que por lo menos acá los alumnos se encuentran con cosas nuevas y siempre
quieren aprender, vienen con muchas ganas, te prestan mucha atención y están
totalmente concentrados en lo que hacen. Realmente es un placer trabajar con
los chicos.
-Cuando
descubrís que un joven es muy superior al resto ¿Se le da otro tipo de
enseñanza?
-Es exactamente igual a los
demás. Cuando hay uno que anda muy bien se lo hago saber y lo motivo para que
siga. Obviamente en el futuro depende de muchos factores para que puedan ir
progresando en esto. Lo más importante es el dinero. Por más que seas el mejor
de todos, si no tenés los medios para demostrarlo es imposible. Ahí empiezan
las trabas de muchos pilotos con grandes aptitudes.
-¿Cómo
se maneja el tema de la presión que los chicos reciben de sus padres?
-Cuando empezamos los cursos
les decimos que los chicos tienen que estar en la pista y los padres en la confitería.
Les pedimos que dejen a los hijos solos, que se desarrollen por su cuenta, que
de a poco se vayan soltando y que no los presionen, porque lo peor que puede
pasar es que un chico suba presionado a un auto de carreras, porque está en
juego su salud.
-¿Crees
que el nivel de esfuerzo es similar al que deberían realizar en otro deporte?
-Esto exige mucho más que
cualquier deporte. La exigencia física y mental de un auto de carreras y de un
karting precisamente es mucho más alta que la de cualquier otra actividad.
Tenemos un preparador físico para que los chicos, mientras no se encuentran en
pista, entrenen para estar en condiciones de manejar durante 20 o 25 vueltas.
-Tienen que tener esa
ilusión, sino todo lo que hagan será en vano. Yo empecé en karting, viví casi
30 años del automovilismo e intentó transmitirles mi experiencia. Siempre les
digo que van a tener muchos más tropiezos que cosas positivas, este deporte es
así. Por diez malas tenés una buena, pero es vale por todas las otras y
compensa todo.
-¿Qué
enseñanza les brinda el karting que no les da otro deporte?
-La responsabilidad y el
respeto por los que tienen alrededor, porque arriba va la vida de ellos y una
maniobra mal hecha significa que se golpeen ellos o a los demás. Aprenden mucho
a ser responsables y a respetar al prójimo. Tengo alumnos de 6, 10, 11 y 12
años que ya están manejando kartings de alta velocidad. Es un buen aprendizaje
de vida que empiecen a ser conscientes de sus propios actos, que ellos midan
hasta donde pueden ir, que busquen sus límites.