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| Foto: El Gráfico |
Carlos Pairetti fue campeón
de Turismo de Carretera en 1968 y protagonista de todas las categorías
nacionales entre 1962 y 1978. Brilló en el ámbito internacional en la F3
Europea y en las últimas ediciones de los Mil Kilómetros de Buenos Aires, con
Porsche, Ferrari y Alfa Romeo. Luego de un intento en Indianápolis, corrió en
la Fórmula Indy cuando, en 1971, la categoría salió por primera vez de Estados
Unidos para abrir su campeonato en Argentina. Desde Arrecifes, salpicado por
anécdotas, "Il Matto" habló con Seis en Línea, en Radio URBE, sobre
aquella carrera en el ovalo de Rafaela.
-Cuando le dicen 300 Indy, ¿qué le viene a la memoria?
-Que yo trabajé mucho
para que viniera esa carrera. Yo había estado el año anterior en Indianápolis,
donde di 200 vueltas pero ni intenté clasificar. A mi auto le faltaban 12
millas de velocidad para ser 33 en la grilla. En aquel momento hablé sobre
venir a la Argentina y a lo único que le tenían miedo era a los guard rails de
Rafaela, pues ellos corrían rodeados por paredones. No fue fácil convencerlos a
los "Gringos". Pero les demostramos que aguantaban como si fuera una
pared. Sólo se invirtió el sentido de giro y no hubo ningún problema.
-En el óvalo, usted ya había ganado las 500 de Rafaela
para Mecánica Argentina Fórmula Uno..
-El 7 de setiembre del
´68, a 217 de promedio..
-Y los Indy andaban a..
-Yo anduve a 345 y Al
Unser, que ganó, a 382, siempre hablando de velocidad final. Una cosa de locos.
Rafaela era más rápido que los circuitos de Estados Unidos, con rectas 200
metros más largas que las de Indianápolis.
-¿Y como fue la adaptación suya, como piloto, a una
categoría tan distinta a todo lo que había corrido antes?
-Yo estaba
acostumbrado a correr en cualquier cosa, lo único era que teníamos 900 caballos
atrás, que no se manejan tan fácil. Había que llevarlo con dos deditos nomás,
con sensibilidad. Me adapté enseguida, a
la segunda o tercera vuelta andaba en el tiempo que hice en clasificación. Había
corrido varias veces en Rafaela y conocía bien el circuito. En los cabezales,
Al Unser y yo hacíamos el mismo tiempo, ocho segundos y una décima, los más
rápidos en ese sector. Sólo el sábado me mande un "macanón"...
-El famoso trompo...
Si (riendo), dos
trompos me mandé!!! Mi coche tenía dos turbos, salí con el primero y cuando lo
aceleré enganchó el segundo y empecé a hacer trompos en la mitad de la calle de
boxes...menos mal que no había nadie, pero después me dijeron tantas cosas los
americanos, me cagaron a pedos todo el día.
-¿Qué decían los americanos de correr en Rafaela?
-Estaban tan
contentos los tipos. Yo había estado en Indianápolis un mes, conviviendo con
ellos, y era una cosa fría, y en Rafaela la pasaban tan bien. Yo corría para
cervecería Santa Fe, armé un box muy grande y la cervecería instaló allí no sé
cuantos tambores de cerveza. Después de las seis de la tarde, era una romería,
porque antes de esa hora no se podía tomar una gota de alcohol. A las seis,
venían en bandada y se quedaban hasta la noche. Hacía muuucho calor, se tomaban
todo...estaban felices.
-¿Qué piloto de los americanos le llamó la atención?
-Había dos o tres muy
fuertes, Al Unser y Bobby Unser, y algunos loquitos... Johnny Rutherford andaba
muy fuerte. Pero en un óvalo te disimula mas el buen motor que tengas, a mi me
dijeron que yo tenía 900 caballos. Al Unser cuánto tendría?. Andaba 12 millas más
que yo, tendría 950 caballos, una potencia infernal. Los primeros días me dolía
la espalda y yo les decía a los mecánicos "este asiento cede, yo noto que
se va para atrás", y eran los omoplatos y las costillas mías que se iban
para atrás por la fuerza de la aceleración.
-¿Y pasada la carrera, que decían los americanos de
Pairetti?
-Estaban chochos
conmigo. Yo empecé a andar bien con ellos allá. El día que rendí examen en
Indianápolis, los pilotos más importantes que había en el circuito fueron todos
a verme clasificar. Di 10 vueltas, con el tablero tapado, te manejas por oído.
Después nos reunimos en una oficina donde todos evaluaron mi desempeño. Le erré
una sola vuelta, por una centésima, y me aprobaron, le saqué la cinta de
"rookie" que tenía el auto atrás y me entregaron un diario, que hoy
no se donde está, que decía "EL ROOKIE PAIRETTI APROBO EL EXAMEN" en
letra catástrofe.
-¿Y algo de esa experiencia de ver trabajar a esos
equipos, pudo aplicarlo en su carrera deportiva posterior?
-La organización, que
era excelente, los tipos no se equivocaban en nada. Eran muy severos,
trabajaban muy bien.
-¿Por qué no se pudo repetir la visita de la Indy?
-Porque no se cuánto,
pero perdieron mucha plata. Hubo 77.000 personas en el circuito ese día, estaba
repleto, pero traer el circo ese costaba mucho. Dos aviones de carga hicieron
falta sólo para traer los 28 autos, que aterrizaron en Paraná. Rafaela fue una
fiesta pero al Club Atlético le costó varios años remontar la pérdida que le
significó la carrera.
-¿Rafaela es su mejor recuerdo del automovilismo?
-Es difícil decirlo
ahora, sin pensarlo, corrí 43 autos de carrera, con tantas anécdotas por todos
lados, que no podría decirte ciertamente mis mejores recuerdos. Buen recuerdo
fue Europa para mi, en el año 66, corriendo en un Brabham nuevo, cero
kilómetro. Recuerdo que en Monza me fui afuera en Lesmo y por esquivarme varios
se golpearon. Jonathan Williams pasó, y fue el que ganó. Nos llevaron en la misma
ambulancia con Regazzoni, que no paraba de putearme en italiano mientras
largaba sangre por la boca. Se había mordido la lengua nomás.
-De ahi viene el sobrenombre de "Il Matto" (el
loco).....
-Si, eso fue allí, en Monza.
-¿Le quedó alguna cuenta pendiente con el automovilismo?
-Si, una muy grande,
que no la pude cumplir por culpa mía nada más. Me hubiera gustado correr las 24
Horas de Le Mans. Me invitó José María Juncadella para correr con la Ferrari
512 S que habíamos compartido en los Mil kilómetros de Buenos Aires en el año
71 y yo no quise ir. Estaba en uno de los mejores momentos míos acá en
Argentina, corriendo y ganando en dos o tres categorías y...ya está. A llorar a
los velorios.
